Presentación

La idea del blog «Semos de Alcázar, señores» nace el 15 de agosto del corriente. Llevo muchos años viviendo fuera de mi lugar de origen y hasta hace muy poco no le he dado la importancia que merece. Presumir de Alcázar es como hacerlo del coche de tu hermano: es un poco tuyo sin llegar a serlo del todo. Eso sí, da más gusto cuando el susodicho lo mantiene bien limpito. Y ahí está el problema.
Quisiera hablarle a todos mis conocidos de las bondades de mi pueblo, pero visto lo visto tengo que morderme la lengua, cosa que el Ayuntamiento no hace, pues bien presume en su web de los lugares turísticos y de interés, entre otros, uno que me llega al alma, el Pasaje, incluyendo su fachada en el folleto Ruta Fachadas Modernistas y una breve, brevísima reseña del mismo.

Fotografía de http://www.ayuntamiento.es/alcazar-de-san-juan

Y es que un edificio no es solo fachada; es vida e historia y el Pasaje tiene mucha. A pesar de encontrarse en pleno centro y de ser paso más que habitual, parecen haberse olvidado de él.

Al grano... Esa tarde accedí al Pasaje por la calle Independencia. A la altura del número 6 me detuve para responder a un mensaje del móvil. Cuando levanté la cabeza, a mi derecha, una mujer con una niña de unos 6 años, ayudaba a la mocita a hacer pis ahí mismo. Imaginad mi sorpresa. Pensé en seguir mi camino, pero aquello pudo conmigo. Con toda la educación del mundo le recriminé ese comportamiento tan poco ejemplar. La mujer, a sabiendas de que hacía mal, me respondió justificando su acción.
—Señora, ¿no ha visto que en la Plaza hay al menos 5 locales donde llevar a la niña a hacer sus necesidades?
—Los perros también orinan en la calle —respondió ni corta ni perezosa.
—Sí, pero ellos no tienen conciencia de las mínimas normas cívicas que nosotros conocemos.
No dijo más. Levantó la cabeza orgullosa y se marchó con la niña de la mano. En ese momento me surgieron dos preguntas: ¿los alcazareños somos guarros por naturaleza? ¿La mujer tiene la misma inteligencia que un perro? A lo que siguió una necesidad: reclamar lo que es nuestro, de todos, por derecho: una ciudad limpia y cuidada que podamos presumir bien alto. Para ello necesitamos el compromiso cada uno de los ciudadanos y, como no, del Ayuntamiento.

Conclusión: me he propuesto como reto denunciar a los cuatro vientos todo aquello que afee mi pueblo.

Andad al loro, os estaré vigilando.

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